Felizmente estúpidos

Pasó esta misma mañana, venía de comprar el pan y la calle estaba llena de adolescentes que salían del instituto: carteras de nike, reebok y adidas, móviles último modelo, zapatillas de también de marca, gomina, fijador y tinte, conversaciones estúpidas cuando no gritos sin sentido: jóvenes estúpidos.

Hace poco una familia de origen asiático abrió una tienda debajo de casa: es una especie de todo a cien y bazar, venden objetos inútiles o no pero también tienen algo de alimentación, refrescos y plantas. Abren todos los días desde que sale el sol hasta la noche, básicamente viven allí y solo van a casa a dormir (si no es que solo tienen una habitación en alquiler para toda la familia). A pesar de que el único que habla español es el padre te atienden con una sonrisa aunque sin dejar de vigilar cuidadosamente lo que al fin y al cabo es su negocio.

Pero como nadie es perfecto y este mundo está lleno de jóvenes imbéciles uno de esos grupos de jóvenes aprovechó un descuido para robarles una maceta de crisantemos amarillos. No tiene sentido plantearse el por qué ya que no lo hay: cuando alguien tiene de todo y torpedea al que intenta progresar solo se le puede calificar de necio: necios, imbéciles y estúpidos que tienen de todo sin haber trabajado una vez en su vida y que sin ningún motivo boicotean a los trabajadores. Cuando esto se da en grandes manifestaciones los antidisturbios se emplean a fondo pero en este caso estoy seguro de que a la persona que lo hizo no le va a pasar nada y de que la maceta ni si quiera va a llegar a su casa, la dejará tirada en la siguiente esquina dado que ya consiguió lo que quería: un segundo de divertimento, una alabanza de sus compañeros y un poco de riesgo a cambio de acosar a un pobre trabajador.

Padres, profesores y ciudadanos estamos haciendo algo mal en la sociedad cuando comportamientos como este se dan sin reprimenda alguna empezando por los amigos que acompañaban a esta persona. Aunque por otro lado no es de extrañar ya que el pasado 7 de octubre se celebró el día del trabajo digno. La noticia apareció en algunos noticieros, que para darle algo más de vida al suceso decidieron preguntar a la gente qué es el trabajo digno, y claro, cuando se le pregunta a la gente pasa lo que pasa. De entre las sandeces dichas me quedo con algo que puede parecer irrisorio pero que sin duda tiene serias implicaciones: algunos de los entrevistados dijeron, y algunas de las personas que lean este texto pensarán, que el trabajo digno es aquel que cubre tus necesidades básicas y ¡que te permite algún capricho!. Capricho, en este sentido, significa

Determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original.

Es decir, hemos llegado a un punto en que hay gente que piensa que para que un trabajo sea digno (y en una sociedad de trabajadores, para que la vida sea digna), hay que gastarse parte del dinero en caprichos, antojos, chorradas que sabes que no necesitas, que realmente no te aportan nada pero que no puedes evitar comprar. Es decir, hay gente que cree que para tener una vida digna hay que permitirse el lujo de desperdiciar el dinero, el absurdo más absoluto. Y no me entiendan mal, uno de vez en cuando se permite un capricho, pero ni de lejos considero a la gente que no lo hace (porque no puede o porque no quiere) indigna, más bien todo lo contrario: el resistir a la tentación de comprar y el saber controlarse más bien dignifican a la persona.

Aunque precisamente eso, el poder decir que no al consumismo rampante, se ve con malos ojos por algunos sectores de la sociedad. No hace ni un mes desde que escuché aquello: un grupo de personas de unos 25 años (aunque con unas maneras preadolescentes) salían de un centro comercial con bolsas de las marcas de ropa más estúpidamente caras que uno se pueda imaginar, la conversación que mantenían era previsible: se preguntaban cuánto habían gastado cada uno en ropa esa tarde, ninguna cantidad bajaba de doscientos euros e incluso rivalizaban por ver quién había despilfarrado más, siendo esto al parecer un motivo de orgullo. Lo que me lleva al siguiente punto: la felicidad mediante el consumismo.

Las ideas y la lucha por los derechos parecen estar pasadas de moda. Al parecer hoy uno puede (o debe, puesto que la recompensa al trabajo es dinero) llegar a la realización plena, a la felicidad máxima, mediante el consumismo. Porque nos fiamos demasiado de las apariencias, preferimos hablar con alguien bien vestido y perfumado antes que con un andrajoso, pero no nos preguntamos qué hay detrás, no nos interesa la historia de la persona, solo su aspecto, lo he visto en mi mismo y en la cara de la gente: la apariencia te puede abrir y cerrar muchas puertas y aunque sea la norma en nuestra sociedad no deja de ser hipócrita.

disculpenlasmolestias.com

4 comentarios en “Felizmente estúpidos

  1. Sebas;

    Cabroncete el nano de la maceta, alguna le tiraré una cuando pase por mi edificio. Por cierto, mañana tengo guardia de 16:00h a 24:00h, pero no dude en ir al TNSE puesto que esa noche tocará ir al cine para ver Max Payne, la cual podrá ver con el dinero digno que gana de tu no trabajo ;). Un saludo.

  2. lavigi

    Buena, pero que muy buena reflexión. Yo soy de una generación que de adolescente no podía gastar más que en ir al cine un par de veces al año, día que era como fiesta mayor. Ahora de adulta y con la vida «resuelta», es decir, que tengo para vivir y «para caprichos» :), me ha sucedido algo curioso… siento orgullo cuando me resisto al canto de sirena que te grita más que susurra: ¡¡compra!! ¡¡compra!! ¡¡compra!! Siento el mismo orgullo que al salir a correr un rato… y ya sé por qué es: ¡¡porque cuesta horrores!! Qué diablos nos están haciendo en el cerebro para que hasta personas supuestamente razonables se hayan abandonado al delirio del gastar porque me se lo pide el cuerpo aunque se queden atados a las deudas de la VISA (o a las letras del cochazo que decora la plaza de parking por la cual han pedido una hipoteca porque claro, cómo voy a dejar el cochazo en la calle…) de por vida.

  3. Administrator

    Completamente de acuerdo, y no se el cómo pero se que si en vez de ser consumismo fuera cualquier otra actividad la que hiciera la gente de forma continuada, incluso hasta buscarse la ruina, lo llamarían locura colectiva ;)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *